El 2015, primer año del segundo mandato de Dilma Rousseff, fue marcado por escándalos de corrupción, crisis económica y política. Ese escenario comienza a desenvolverse con las elecciones presidenciales de 2014, las más apretadas de la historia brasileña. La disonancia entre promesas de campaña, crisis económica y las revelaciones de la Operación Lava Jato afectaron la popularidad de la Presidenta, proporcionando munición para la oposición, que pasó a conducir una campaña proimpeachment. El gobierno se enfrentó a grandes dificultades para articular su coalición e implementar sus políticas, aun después de una reforma en el gabinete de ministros. El artículo analiza los fundamentos económicos y políticos de este escenario que colocó el país en situación de espera e incertidumbres. Las conclusiones discuten algunas de las implicaciones de la crisis en términos de calidad de la democracia y retos de los próximos años.