En 2015 Panamá alcanzó nuevamente el mayor crecimiento económico de la región. La expansión económica, a partir de las actividades de servicios, ha creado una bonanza para algunos pero no ha logrado un mejoramiento significativo en las condiciones sociales del país. Bajo la apariencia de prosperidad se esconden situaciones de consideración que pudiesen minar la estabilidad política que ha disfrutado el país durante dos décadas de democracia. En particular, el clientelismo y la corrupción, rasgos perdurables del sistema político, menoscaban el derecho de la ciudadanía a una buena representación, coartan las aspiraciones de justicia e impiden la selección de personal idóneo para enfrentar los importantes retos que se le presentan al país.