La coyuntura boliviana durante el 2018 estuvo marcada por un panorama económico estable, aunque en declive y con signos de deterioro hacia el futuro; no obstante, el partido de gobierno destacó la estabilidad como uno de sus principales logros y como emblema hacia las próximas elecciones generales de 2019. Un aspecto crítico de la democracia boliviana, que se reveló de manera incontrastable durante el año, fue la profunda crisis de su institucionalidad, reflejada fundamentalmente en la crisis de credibilidad en el Órgano Electoral Plurinacional y la decisión del gobierno de insistir en la postulación del actual presidente como candidato a los próximos comicios, frente a la protesta ciudadana por la defensa del resultado del referendo de 2016, generando un clima de conflictividad.