El año 2017 demostró la elevada capacidad del presidente brasileño para aprobar su agenda de gobierno y conformar un apoyo sólido y mayoritario en el Congreso Nacional. A pesar de enfrentar una coyuntura económica y social desfavorable, junto con una bajísima popularidad, Michel Temer aprobó una profunda reforma laboral y rechazó dos denuncias de corrupción en el Legislativo. Por medio de la distribución de ministerios a partidos aliados y la conformación de una coalición partidista ideológicamente homogénea, el presidente Temer demostró la gobernabilidad del presidencialismo de coalición brasileño. El cambio del statu quo, afectando incluso a la política exterior, ejemplificó el dominio del presidente en la política brasileña, principalmente en la capacidad para movilizar recursos en la delicada tarea de organizar una coalición partidaria de elevada fragmentación.