Se ha caracterizado la dinámica política peruana como una gran continuidad tanto a nivel de régimen político y económico, como de los factores que la condicionan: gobernabilidad como resultado de un equilibrio de baja intensidad compuesto por Ejecutivos débiles pero sin oposiciones vinculadas con la movilización social. Administraciones tanto pro-establishment como reformistas (como la reciente de Ollanta Humala) aparecen “atrapados por la historia”. Se privilegia el “piloto automático” tanto en sectores con resultados exitosos (economía, relaciones internacionales), como no (seguridad pública). Sin embargo, recientes cambios institucionales (en la tecnocracia de las políticas sociales) permiten identificar indicios para hacer de este tipo de modelo de gobernabilidad más popular que sus antecesores.