Cuba experimentó continuas crisis económicas y políticas a lo largo de 2022, prolongando una recesión que resultó del impacto de COVID, los efectos de las sanciones de EE. UU. y políticas económicas confusas. La rabia popular que irrumpió en las protestas sociales del 11 de julio, 2021, se convirtió en crisis de legitimidad para el gobierno: el pacto social fundacional de la Revolución —dar equidad social y seguridad económica para todos— no se cumplía. Si bien el acceso cada vez mayor a las tecnologías de la comunicación permitió a la ciudadanía incidir en algunas políticas públicas, el cuestionamiento del sistema político permaneció fuera de los límites. A pesar de enfrentar desafíos políticos y económicos que con frecuencia son el preludio de la inestabilidad, el sistema cubano continuó gozando de fuentes de resiliencia propias de la perdurabilidad autoritaria. Por lo tanto, la perspectiva de un desafío fundamental a la persistencia del régimen era poco probable en el corto plazo, pero los efectos corrosivos de sus problemas planteaban riesgos significativos para el futuro.