El sistema político de México actualmente se enfrenta a dos fuertes pruebas de estrés: en primer lugar, la llegada al poder en 2018 de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), un líder populista que frecuentemente desafía los límites de las normas democráticas convencionales, ha planteado preguntas sobre la resiliencia de los mecanismos horizontales de rendición de cuentas y separación de poderes. Esto supone un desafío de retroceso democrático. En segundo lugar, el país enfrenta una crisis de seguridad a largo plazo que ha generado preocupaciones sobre la capacidad del estado mexicano para controlar efectivamente su territorio y ha llevado a una incursión de las fuerzas armadas en asuntos civiles, que se extienden más allá de los temas de seguridad. Esto es principalmente un desafío de capacidad estatal. Aunque ambos responden a causas diferentes, en este documento sugiero que se han entrelazado: la relativa resiliencia de los controles y equilibrios democráticos parece haber llevado a AMLO y al partido gobernante (MORENA) a buscar nuevas estrategias para consolidar su poder que probablemente estén erosionando la capacidad estatal. Analizando varios eventos de importancia política ocurridos en 2022, muestro que los riesgos de un retroceso democrático significativo están relativamente contenidos en el México actual y tal vez se han sobreestimado, pero los desafíos que acosan a la capacidad estatal y al control civil de la milicia probablemente son más profundos y dejarán una huella duradera.