La academia especializada ha sugerido que los sistemas electorales tienen como propósito promover (1) la representación justa de los partidos, (2) la ejecución adecuada de las políticas gubernamentales, y/o (3) la representación correspondiente a los intereses de los votantes de cada circunscripción electoral. Estos tres criterios pertenecen a tres diversas clases de rendición de cuentas –la que existe de los partidos con sus seguidores; la del gobierno con la ciudadanía, y la de los legisladores con su circunscripción electoral– que no puede ser maximizadas simultáneamente. Este ensayo discute cada uno de estos criterios en abstracto para luego hacer referencia específica a las implicaciones del sistema electoral chileno en estos y a las propuestas para reformarlo.
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