El sistema único de elecciones legislativas chileno, en el que cada distrito elige a dos representantes (M=2), ha sido objeto de controversia y de propuestas de reforma, ya que fue impuesto por el régimen autoritario saliente en 1990. La mayor parte de ellas aboga por la llamada mayor proporcionalidad. Este ensayo sostiene que, a pesar de sus orígenes no democráticos, el sistema M=2 ha funcionado relativamente bien respecto a los sistemas empleados en muchos otros países. En particular, M=2 en Chile entrega una mezcla adecuada de representatividad, gobernabilidad y responsabilidad individual del legislador. El ensayo considera varias alternativas para la reforma y perfila algunos problemas potenciales que cada una implicaría. Si se reforma el sistema chileno, entonces el autor recomienda que se haga por pasos incrementales, no fundamentales –un aumento moderado en la magnitud de cada distrito–, pero manteniendo las listas abiertas y no haciendo el salto a un sistema mixto de miembros (SMM).