Desde la transición a la democracia, Panamá se ha caracterizado por su estabilidad política y económica, que se basaba en un consenso transitista. Planteamos que este modelo económico y político es una traducción panameña de lo que la academia ha nombrado rentismo en otros países. En 2023 sin embargo, se mostraron señales de posible resquebrajamiento de esta solidez: por un lado, el año preelectoral mostró fuertes señales de desarticulación del sistema de partidos tal como se conocía; por otro lado, se desarrollaron las protestas sociales más masivas de la era democrática. Efectivamente, con el cambio climático y las oportunidades mineras, algunas élites económicas parecen buscar alternativas al modelo económico histórico. Esto genera tensiones sociales fuertes, y podría volver inoperante el sistema de partidos existente en el país, que existía precisamente en torno a este consenso ante el transitismo.