2015 fue un año muy complejo para México. No solo porque celebró unas elecciones críticas, que suponían la implementación de una reforma electoral constitucional compleja, sino porque se dieron en un contexto de alta conflictividad social, inseguridad y violencia política, y en el marco de un cada vez mayor descontento ciudadano respecto de la política. A tres años del inicio de su mandato, el presidente Peña Nieto experimentó un escenario económico adverso y una caída significativa en los niveles de aprobación ciudadana tras diversos sucesos como la tragedia de Ayotzinapa, denuncias por corrupción y las dificultades para satisfacer las expectativas de la ciudadanía sobre el crecimiento económico. Gracias a una fragmentación inédita del voto, la coalición gubernamental logró mantener la mayoría en el Congreso.