La educación social, por tanto, constituye un método muy efectivo en el trabajo de
educación ambiental, ya que la misma intenta la socialización de las personas mediante
un proceso de deconstrucción de símbolos y consiguientes sentidos compartidos y
rutinizados que se encuentran en la base de las relaciones sociales actuantes sobre el
medio ambiente, que tradicionalmente han sido la causa del maltrato e inadecuado
uso y gestión de los recursos medioambientales, para, posteriormente, proponer
nuevos sentidos y significados, así como esquemas interpretativos alternativos que
puedan ser compartidos por diferentes culturas y grupos sociales, coherentes con el
modelo de la sostenibilidad.